El déficit fiscal se disparó y el primer semestre cerró con un rojo de $500.000 millones: lo que viene

Los mayores gastos por la pandemia obligaron a más gasto público y el desequilibrio de las cuentas representa el 1,3% del Producto Bruto

El desequilibrio fiscal se disparó a los $297.681 millones en junio último, en medio de mayores erogaciones para atender las causas de la pandemia de coronavirus, y en el primer semestre el rojo financiero, incluyendo el pago de la deuda, superó los $500.000 millones.

Con esta dinámica, contemplando los recursos del Aporte Solidario sobre las grandes fortunas, el primer semestre del año acumuló un déficit primario de $208.098 millones (0,5% del PIB).

El déficit financiero, que surge tras pagar vencimientos de deuda, fue de $514.005 millones (1,3% del PIB).

Si se incluyera el aporte solidario de las grandes fortunas, el rojo fiscal hubiese sido en junio de $153.217 millones, dijo el Palacio de Hacienda.

Los ingresos totales en junio ascendieron a $766.680 millones, lo que representó un aumento del 90,3% interanual.

Los ingresos tributarios crecieron 80,7% interanual, explicado por "el impacto negativo del ASPO en 2020, que afecta la base de comparación, y la contribución de los tributos asociados al comercio exterior".

El gasto primario creció 40,1% interanual en junio, que asciende a 68,9% si se excluye el gasto COVID en 2020 y 2021.

Esta expansión de alrededor de 12 puntos por encima de la inflación del período se encuentra motorizada por la inversión de capital, que más que duplica su nivel respecto del mismo período 2020 (+210,5% interanual), indicó Economía.

El Sector Público Nacional (SPN) registró en junio un déficit primario de $242.951 millones.

El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, señaló a principios de este mes que "la dinámica del gasto se va a acelerar en el segundo semestre del año" y precisó que ya se destinaron 550.000 millones de pesos a distintos programas sociales y de empleo, en el marco de la pandemia.

"La dinámica del gasto se va a acelerar en el segundo semestre, va a impactar con mayor fuerza la fórmula de movilidad jubilatoria, las cuentas relacionadas a la energía y también lo relacionado a lo salarial", reconoció Cafiero al presentar este jueves un informe de gestión en el recinto de la Cámara baja.

La evolución del gasto público es seguida de cerca por los acreedores, en el marco de la renegociación de deuda pendiente con el FMI.

El ministro coordinador confirmó que habrá mayor expansión fiscal en la segunda mitad del año, luego de que en el primer semestre se logró un superávit primario de $25.714 millones.

Al respecto, el funcionario informó que el año pasado ya hubo una "recuperación del gasto público real del 13% con relación a un año sin Covid como 2019".

Cafiero ponderó las "políticas fiscales anticíclicas expansivas" que puso en marcha el Gobierno nacional a partir de programas de asistencia al empleo, ingresos familiares y fortalecimiento del sistema de salud.

Sobre el aumento previsto en el nivel de gasto público, recordó que el presupuesto para afrontar esas erogaciones se vio ampliado por los recursos provenientes de la suba del precio de la soja y una mayor recaudación de impuestos como Bienes Personales, además del aporte extraordinario de las grandes fortunas.

El temido segundo semestre

Ante esta situación, los economistas ya están recalculando las previsiones fiscales y empiezan a oírse advertencias sobre la sostenibilidad de un segundo semestre con una política expansiva.

Por caso, un estudio de la Fundación Mediterránea apunta a que el déficit fiscal podría terminar el año en un 5,2% del PBI, como consecuencia de las complicaciones de la pandemia, dado que el paquete de "medidas Covid" podría requerir dos puntos. Es decir, un cambio drástico respecto de los no tan lejanos días en que el mercado creía que se podría bajar el déficit hasta un 3%, mejorando así la meta oficial del 4,5%.

Con términos menos técnicos pero más contundentes, el influyente Carlos Melconian afirmo en TV que "los planes sociales y los subsidios a los servicios públicos tienen que tener un límite, son una locura; de todo ese populismo berreta hay que salir".

En todo caso, lo que es evidente es que la "lógica del segundo semestre" empieza a diluir la señal positiva del casi equilibrio fiscal del arranque del año: el 0,4% de déficit registrado hasta mayo ya no es visto como una situación sostenible sino como producto de factores extraordinarios.

Para empezar, porque declinará el efecto de la recaudación extraordinaria de la soja -que, dicho sea de paso, ya no cotiza en su precio récord de u$s600 sino que cayó por debajo de u$s500-. Es difícil que las retenciones a la exportación agrícola sigan dejando en las arcas de la AFIP montos que, como el mes pasado, exhiban crecimientos anuales de 267%.

También se empezará a diluir el efecto del aporte extraordinario de las grandes fortunas.

Y, sobre todo, se hará políticamente insostenible seguir retrasando las jubilaciones. De hecho, ya hubo anuncios para tratar de compensar con el pago de bonos extraordinarios a los beneficiarios de la mínima.

Por otra parte, el peso de los subsidios a la energía comenzará a subir, y ya hay pronósticos -como el del estudio Broda- que los ubican en 3% del PBI.

En este marco es que hay economistas que empezaron a cuestionar la percepción inicial de que el Gobierno, presionado por la necesidad de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, se vería obligado a mantener cierta austeridad. De hecho, parecen muy lejanos aquellos días en los que Guzmán explicaba que "reducir el déficit fiscal no es de derecha" y cosechaba aplausos en sus reuniones con los empresarios.

"El 2021 no es un año de ajuste fiscal o política monetaria contractiva", advirtió Gabriel Caamaño, economista jefe de la Consultora Ledesma, en un reciente artículo. Y agrega que las mismas metas que a fin del año pasado parecían realistas y hasta holgadas -como el 4,2% de déficit primario con un 3% de financiamiento monetario- hoy ya no parecen tan plausibles.